viernes, 5 de octubre de 2007

Aforismos hipocráticos y explicaciones aristotélicas

La medicina es uno de esos campos del conocimiento en donde cualquier avance repercute de manera inimaginable en la calidad de vida de las personas. No sin razón en muchas sociedades la importancia y reputación del medico es comparable con la del gobernante o la del legislador. Esto se debe, como resulta obvio, a que la salud es un factor decisivo en la calidad de vida de una persona. La salud de los habitantes de un pueblo o ciudad es un criterio confiable para medir su nivel de desarrollo e incluso para medir (como se ha puesto de moda en recientes encuestas) la felicidad del pueblo entero. Por esta razón, personajes como Hipócrates, Galeno o Fleming son considerados, correctamente, benefactores de la humanidad. Estando enmarcado este texto en un curso de ciencia griega antigua, sólo los dos primeros son relevantes. Sin embargo, es por todos conocido que fue Hipócrates el que logró por primera vez sistematizar una gran cantidad de conocimientos relativos a la medicina. El propósito de este texto es, entonces, dar al lector una idea muy general del modo en que se estudiaba la medicina en la época de Hipócrates (contemporáneo a Platón). Para ello se dará una brevísima introducción a la visión que de la medicina tenía Hipócrates. Esta visión se verá mejor reflejada en sus aforismos acerca de las consecuencias de las estaciones sobre el cuerpo humano. Para complementar esta visión, y ya que los aforismos no son suficientemente explicativos, se acudirá la obra, presuntamente apócrifa, de Aristóteles Problemata. En ella el autor, ya sea Aristóteles o un aristotélico posterior, plantea problemas sobre diversos temas, y plantea una posible solución. En el caso de la medicina, los problemas a los que se refiere son, en gran medida, tomados de los enunciados de Hipócrates. Así que lo que aquí se tratará no son propiamente soluciones a problemas, sino más bien explicaciones dadas en Problemata a los hechos expuestos por Hipócrates concernientes a la salud. Habiendo hecho esto, se analizarán brevemente los argumentos que pretenden explicar las observaciones de Hipócrates. Cabe anotar aquí que, acerca de los aforismos que se citarán a continuación, también hay dudas sobre si son realmente de Hipócrates mismo o son de estudiantes y seguidores de su doctrina. En todo caso, el valor de los textos con los que se trabajará no reside en su autoría, sino en la visión que nos pueden proporcionar de la manera en que se concebía la medicina, la salud y el cuerpo humano en la antigua Grecia.

El principio sobre el cual Hipócrates erigió toda su teoría está relacionado con los humores. Según él, en el cuerpo habitan cuatro tipos de humores. Basándose en la información acerca de qué humor dominaba en un cuerpo, Hipócrates podía conocer el carácter de la persona, y las enfermedades a que era proclive, así como los tratamientos que le eran adecuados. Según Hipócrates, en el cuerpo humano hay cuatro tipos de humores: la bilis amarilla, la flema, la bilis negra y la sangre. Aquélla persona en la que, por ejemplo, la sangre dominara, sería muy emocional y artística; y tendría tendencia a enfermedades relacionadas con crisis nerviosas, precisamente por su carácter. Sobre la persona en cuyo cuerpo hubiera mucha flema podía decirse que era débil, hipocondríaco y con una fuerte tendencia a las enfermedades. Y así con los otros humores. Como se puede ver aquí, la teoría hipocrática no se limitaba al ámbito de la medicina, su teoría tenía alcances en áreas como la psicología. La salud, entonces, para Hipócrates, consistía en el perfecto balance de los humores que habitan el cuerpo. Y, por consiguiente, cualquier exceso implicaría una enfermedad. Sin embargo, se sigue lógicamente que no toda enfermedad es producto de un exceso, pues las hay también accidentales. Frente a las primeras, el procedimiento normal estaría basado en dietas y ejercicios. El tratamiento de las segundas requeriría posiblemente cirugías u otros métodos. Esta noción de salud es adoptada también en Problemata: “Why is it that great excesses cause disease? Is it because they engender excess or defect, and it is in these after all that disease consists?” (Prb 859a 1-2).

Estos humores, en cuyo balance dependería la salud de una persona, son susceptibles de modificar su estado. Por ejemplo, es posible que la flema, que está íntimamente relacionada con el agua, se congele. Así, resulta evidente que los humores, y con ellos la salud, pueden verse afectados por condiciones climáticas como el frío o el calor. Introducimos así el primero de los aforismos que se tratarán en este texto. Está, como se dijo, relacionado con las estaciones, las condiciones climáticas y sus efectos sobre la salud. El aforismo 11 de la sección tercera dice: “Respecto a las estaciones, si el invierno es seco y con viento del norte y, por su parte, la primavera es lluviosa con viento sur, forzoso es que en verano se produzcan fiebres agudas, afecciones en los ojos y disenterías, sobre todo entre las mujeres y entre aquellos varones de constitución húmeda” (Hipócrates 1996: 120). Como se puede ver en este aforismo, la constitución de un cuerpo (el humor que domina) es imprescindible para determinar su tendencia a una enfermedad frente a unas condiciones ambientales dadas. Entre estas condiciones, se pueden encontrar aquí la humedad del aire y la temperatura. Sin embargo, resulta difícil hacerse una idea de las condiciones que en este caso están siendo descritas, pues falta información acerca de los vientos del norte y del sur mencionados. Ya que, como se verá más adelante, no es del todo imposible que un viento haga subir la temperatura de una estación fría y viceversa. Podría pensarse que los vientos del norte son fríos y los del sur, calientes, pero en todo caso ignoraríamos su humedad. Veamos entonces qué explicación se le da en Problemata a esta observación de Hipócrates. Según Aristóteles (o el autor aristotélico), en el verano, después de las condiciones climáticas descritas, el cuerpo se encuentra lleno de humores ajenos o extraños (alien humours), y la tierra, a su vez, se encuentra húmeda y poco propicia para albergar al hombre. Como resultado de lo anterior se producen afecciones en los ojos, debidas a que las excreciones de la cabeza se licuan (se vuelven líquidas) y se produce fiebre. Por otro lado, debido a que la materia de la que se compone el cuerpo es susceptible de calentarse o enfriarse, así como el agua se calienta fácilmente, un aire caliente y sofocante (Stifling) calienta con facilidad el cuerpo y esto produce que en el cuerpo se engendren fiebre y oftalmía. Además, si el verano es lluvioso, el efecto en la salud es aun más nocivo, ya que el sol encuentra material para calentar. (cf. Prb 859b 20 – 860a 10). Revisemos ahora esta explicación. Es posible observar dos justificaciones, y una anotación al hecho descrito. En la primera Aristóteles habla sobre la licuefacción de los humores presentes en la cabeza. En el segundo habla sobre el calentamiento de la materia de la que se compone el cuerpo humano. De la primera justificación es posible obtener alguna información sobre las excreciones de la cabeza. . En ella Aristóteles nos dice que es el estado líquido de esas excreciones las que generan la oftalmía y las fiebres. Y además hay que tener en cuenta que se habla del verano y podemos suponer que la temperatura es caliente, ya que no se ha dicho lo contrario. Y cuando sustancias gaseosas son sometidas al calor, nunca se vuelven líquidas. Por tanto, podemos deducir que las excreciones de las que nos está hablando Aristóteles son sólidas en condiciones naturales. La pregunta que surge aquí naturalmente es ¿Qué excreciones sólidas produce la cabeza, y que a altas temperaturas son líquidas? Resulta difícil para el profano en la medicina pensar en una respuesta. A mi solamente se me ocurre el cerumen producido en los oídos. Pero no parece verosímil Aristóteles pensara que el cerumen líquido produjese oftalmía. Habría que pensar en alguna sustancia relacionada con los ojos. Queda abierta la cuestión. En la segunda justificación Aristóteles menciona al aire caliente como el agente que hace subir la temperatura del cuerpo, y añade que es el calor corporal el que produce la oftalmía y la fiebre. Pero esta proposición parece aportar menos información que la primera justificación; pero puede ser complementaria: se diría entonces que el aire caliente hace que el cuerpo incremente su temperatura, y esto a su vez derrite las excreciones en la región de la cabeza (excretion in the region of the head), produciendo así oftalmía y fiebre. De la anotación al final del argumento aristotélico, puede inferirse que la humedad de un cuerpo depende en alguna medida de la humedad del ambiente, y que, ya que el agua se calienta fácilmente, el sol en un ambiente húmedo es perjudicial para la salud.

Vamos ahora al siguiente aforismo, el 12 de la sección tercera: “sin embargo, si el invierno se presenta con viento sur, lluvioso y suave y la primavera seca y con viento norte, las mujeres, cuyo parto sería para la primavera, abortan por cualquier motivo. Y las que llegan a dar a luz tienen niños débiles y enfermizos, de suerte que, o mueren pronto o son raquíticos y de salud quebradiza. En los demás se dan disenterías, afecciones secas en los ojos, y en los ancianos catarros que matan inmediatamente” (Hipócrates 1996: 120). La explicación de Aristóteles a este fenómeno parte del principio según el cual un cuerpo asimila las condiciones ambientales en que se encuentra. Así, por ejemplo, si la estación es húmeda y cálida, el cuerpo asumirá una condición húmeda y relajada. De esta manera, Aristóteles describe el invierno en el que se presentan lluvias y vientos del sur como una estación caliente y húmeda. Así, por la razón ya expuesta, el cuerpo se encontrará relajado y húmedo. Así, cuando viene la primavera, que en este caso (seca y con vientos del norte) sería fría, los líquidos presentes en el cuerpo se congelan (por el frío) y se endurecen (por la sequedad del ambiente). De donde resulta que las mujeres embarazadas corren el riesgo de abortar en la primavera, debido a la inflamación y mortificación causadas por el frío seco, ya que no les es posible secretar la humedad necesaria al feto y éste se vuelve débil. En el caso de otras personas, ya que no pudieron expulsar el exceso de flemas en la primavera, debido a que éstas estaban congeladas, cuando viene el calor del verano, estas flemas se licuan formando humores en aquellos que son biliosos y secos, ya que sus cuerpos carecen de humedad. Pero estos humores son ligeros (slight) así que estas personas sufren de oftalmía. Por otro lado, aquellos que son flemáticos, sufren de dolores de garganta y catarro. Las mujeres sufren de disentería debido a su humedad natural y al frío. (cf. Prb 860a 10 – 860a 33).

La justificación que da Aristóteles en este caso parece fuerte si se acepta el principio enunciado. Este principio parece verdadero, pues está acorde con la intuición, pues ¿quién negaría que un cuerpo seco permanece así en un ambiente húmedo? Sin embargo podría pensarse que la manera más efectiva de humectar el cuerpo no es mediante el contacto de la piel con el agua, sino de la ingestión, ya sea mediante la boca o por las venas. Pues resulta evidente también que el sediento no se satisface mediante un baño de agua potable, o respirando aire húmedo. Por otro lado, no parece muy plausible el hecho de que un viento cálido, como debe ser el del sur para los países del mediterráneo, pueda modificar tan drásticamente la temperatura en una zona de invierno, haciéndola cálida. Si se asume como cierta la tesis que afirma que un viento cálido puede incrementar ostensiblemente la temperatura en invierno, entonces las explicaciones de los abortos y demás afecciones parecen seguirse de la doctrina hipocrática de los humores, aunque sería necesario precisar a qué se refiere cuando habla de humores ligeros, y por qué los humores ligeros causan oftalmía.

A pesar de las objeciones y cuestionamientos que se le han hecho a las explicaciones expuestas, y todas las demás que podrían hacérsele, parece que la doctrina de los humores propuesta por Hipócrates puede explicar diversos fenómenos que ocurren en el cuerpo humano. En todo caso, en este texto solo se mostró una pequeñísima parte de la teoría y de su aplicación en la comprensión de algunas enfermedades que, al parecer, eran muy comunes entre los griegos de la época del gran médico asclepíada. El valor de toda teoría, y en concreto en este caso, radica en su capacidad de explicar, predecir y tratar los fenómenos que son objeto de su estudio: la salud y la enfermedad en el cuerpo humano. Es importante también tener en cuenta que la doctrina médica propuesta por Hipócrates fue fruto de la observación juiciosa de una gran cantidad de casos, ya que, como se dijo anteriormente, fue él quien se dio a la tarea de organizar una gran cantidad de información relativa a la medicina producida hasta la fecha. Tal vez se deba a la profundidad de las bases y la utilidad de los procedimientos propuestos por el natural de la isla de Cos, que fueron utilizados hasta el siglo XIX, e incluso en nuestros días es posible observar rastros de la teoría de humores en remedios caseros.


BIBLIOGRAFÍA

ARISTÓTELES
[Prb](1953). The works or Aristotle. Problemata. (Trad. E. S. Foster). Londres. Oxford University Press.

HIPÓCRATES
(1996). Tratados Hipocráticos. (Trad. M. del Águila Hermosín). Madrid. Alianza editorial.

2 comentarios:

Miguel G. dijo...

Su trabajo está bien logrado. Aunque por momentos hay párrafos algo largos, lo cual lo hace un poco difícil de leer, en general está muy bien escrito. Y me parece sensato poner a hablar a Hipócrates con un Aristotélico (o con Aristóteles, con quien sea), porque eso nos puede aclarar mucho más sobre el pensamiento y lo que dijo el padre de la medicina.

Sin embargo, por momentos su enfoque no me queda del todo claro. A veces pareciera que busca, a partir de la lectura de Hipócrates a través de Aristóteles, mostrar que muchas de esas explicaciones todavía pueden ser vigentes de alguna manera, como si todavía pudiéramos explicar algunas enfermedades con eso. Pero en otros pasajes simplemente parece querer interpretar a Hipócrates, pero sin pretensiones de vigencia, sino sólo rescatando el valor que tuvo su teoría médica en su época. Le pregunto: ¿finalmente qué quería hacer?

Independientemente de la respuesta que me dé a esa pregunta, creo que falta explicitar más eso en su trabajo y haberlo enfocado más por el lado que sea. Uno siente al leerlo que tiene mucho más potencial del que realmente quedó desarrollado.

aldemar dijo...

Interesante el ejercicio de complementar a Hipócrates con (ps.) Aristóteles. ¿Acaso es explícito que el autor de los "Problemata" conoció las doctrinas de Hipócrates que ud. menciona?