viernes, 28 de septiembre de 2007

Elementos de Euclides y la geometría platónica


A pesar de la inmensa y abrumadora cantidad de libros y artículos (incluyendo los que se encuentran en la red) a los que en la actualidad tiene acceso cualquier persona en el mundo, solo un pequeñísimo porcentaje de ellos han logrado marcar la historia del pensamiento y, con ella, la historia de la humanidad. La mayoría de las obras que se encuentran en bibliotecas y en sitios web carecen en absoluto de trascendencia o importancia para cualquier área del saber. Así, en este mar de información en que se encuentra el hombre actual, nunca está de más leer y analizar aquellas obras que nunca perderán su vigencia por el hecho de haberse constituido en paradigmas de belleza, sencillez y genialidad. Entre estas obras se encuentra Elementos, del geómetra griego Euclides. Precisamente por la sencillez y belleza de su proceder geométrico inmortalizado en su obra, hacer un resumen o un recuento de ella sería extenso y vano; sin embargo, una posible manera de formarse una idea de este tratado de geometría es haciendo una exposición de la mayoría de las definiciones del libro I, sus postulados y sus nociones comunes o axiomas. Pero una mera exposición de estos ítems resultaría insuficiente, pues no retrataría la polémica en torno a ellos. Un personaje que criticó el método de los geómetras fue Platón (quien vivió unos cien años antes de Euclides). Así, puede resultar interesante analizar las definiciones, postulados y axiomas de Elementos a la luz de una breve crítica que hace Platón a la geometría en el libro VI de República.

Comencemos exponiendo algunos de las definiciones del libro I de Elementos. En ellas Euclides pretende simplemente evidenciar el significado de los términos más importantes en las demostraciones de los teoremas. Puede parecer una instancia prescindible por su obviedad, pues ¿quién objetaría una demostración por el hecho de que el autor no haya definido lo que entiende por figura? Parecería que la mayoría de ellas no requiere mayor explicación, ya que son conceptos que están, aparentemente, muy claros para todos. Veamos. Punto es lo que no tiene partes (Definición 1); línea es longitud sin anchura (D.2); los extremos de la línea son puntos (D.3) (Elementos, en Campos 2006: 503). Hasta aquí, las definiciones parecen muy simples, un lector desprevenido o sin formación filosófica o matemática las calificaría de obviedades. Pero en realidad hubo discusiones largas y complejas en torno definiciones como las de línea, o punto. Las paradojas de Zenón mostraron que estos conceptos podían resultar muy problemáticos, pues si se pensaba en una línea como una sucesión de puntos, la suma de elementos sin magnitud no podía dar como resultado magnitud alguna, lo cual dejaba perplejos a muchos pensadores de la época. Paradojas como la de la tortuga o la flecha pusieron a pensar a muchos matemáticos y filósofos en este tipo de definiciones. Pero sigamos, pues no todas las definiciones son igualmente “sencillas”. Línea recta es una línea que yace por igual sobre los puntos de la misma (D.4); ángulo plano es la inclinación recíproca de dos líneas coplanares que se cortan y no están sobre la misma línea recta (D. 8); cuando una línea recta trazada sobre otra línea recta hace ángulos adyacentes iguales entre sí, cada uno de los ángulos iguales es recto; y la línea recta trazada sobre la otra se llama perpendicular a aquella sobre la cual está trazada (D10) (Elementos, en Campos 2006: 503). De la misma manera, partiendo de la definición de ángulo recto, se definen los ángulos agudos y obtusos, siendo los primeros menores a aquél y los segundos, mayores. Hay en total 23 definiciones, en este texto no se mencionarán todas por razones ya dadas. Sin embargo, posiblemente sea útil exponer algunas más para evidenciar algún punto.

Queda claro que en este tratado de geometría se dan por presupuestas cosas como las líneas, los puntos, y otras entidades geométricas como los planos. Puede ser oportuno introducir aquí la crítica platónica mencionada. Pero antes, una brevísima contextualización. Están discutiendo Sócrates y Glaucón acerca de algunas artes, sus grados de cognoscibilidad y el modo en que debe el hombre aproximarse a este conocimiento. Pues de las cosas que se pueden conocer, unas son visibles y otras son inteligibles. Platón divide ambos grupos en dos sub-grupos. De entre las visibles unas son “imágenes”, algo así como reflejos en el agua o sombras de objetos visibles, y otras son cosas que se ven directamente, como animales y personas que nos rodean. De igual manera, en el primer grupo (ontológicamente inferior) de las cosas inteligibles “el alma, sirviéndose de las cosas antes imitadas como si fueran imágenes, se ve forzada a indagar a partir de supuestos, marchando no hasta un principio sino hacia una conclusión” (Rep 510b). Y, en el nivel superior de este grupo se procede avanzando “hasta un principio no supuesto y sin recurrir a imágenes –a diferencia del otro caso-, efectuando el camino con Ideas mismas y por medio de Ideas” (Rep. 510b). Habiendo expuesto esta categorización, parece claro hacia dónde está encaminada esta crítica platónica a la geometría. ¿En cuál de los grupos mencionados se encontraría la geometría?, parece claro que la geometría se vale de figuras visibles, parte de supuestos y no se dirige a un principio sino a una conclusión. Pero habrá que aclarar un poco más la crítica, ¿a qué se refiere Platón por supuestos? Podría pensarse que se refiere a las nociones comunes o axiomas (aun no tratados en este escrito), pues, por definición, un axioma se da por supuesto sin necesidad de prueba alguna, ya que sobre él se pretende construir una teoría. Pero parece que el problema que señala Platón estaría a un nivel aun más inferior que los axiomas: las definiciones. “Creo que sabes que los que se ocupan de geometría y de cálculo suponen lo impar y lo par, las figuras y tres clases de ángulos y cosas afines, según lo que investigan en cada caso. Como si las conocieran, las adoptan como supuestos, y de ahí en adelante no estiman que deban dar cuenta de ellas ni a sí mismos ni a otros, como si fueran evidentes a cualquiera; antes bien, partiendo de ellas atraviesan el resto de modo consecuente, para concluir en aquello que proponían al examen” (Rep 510c). Veamos en qué medida Elementos de Euclides estaría cayendo en la denuncia de Platón, y qué podría hacerse para hacer de la geometría un arte del nivel superior planteado por Platón. Para ello se recurrirá a la demostración del teorema 3. a partir de allí se pretende exponer las características generales de una demostración.

El teorema 3 del libro I de Elementos es uno de los más sencillos y cortos. En él Euclides muestra la posibilidad de restar a una recta la magnitud de otra recta menor. Es, como se ve, un teorema de construcción (también los hay de demostración). El enunciado es así: “Dadas dos rectas desiguales, restar de la mayor una recta igual a la menor” (Elementos, en Campos 2006: 521). Como hipótesis, se tiene que AB y C son las dos líneas rectas desiguales dadas, siendo AB la mayor de ellas. Hay que, entonces, restar de la mayor AB, una recta igual a la menor C. Los pasos son: 1-por el teorema 2 (que demuestra la posibilidad de, desde un punto dado, construir una línea recta igual a una línea recta dada), en el punto A, construir AD igual a la recta C. 2- Por el tercer postulado (“trazar un círculo con centro y distancia cualesquiera”) con centro en A y radio AD, describir el círculo DEF. Entonces AE será igual a C. Y, por la definición 15 (“círculo es una figura plana limitada por una línea tal que todas las líneas rectas incidentes sobre ella desde un punto de los que están situados dentro de la figura son iguales entre sí”), puesto que el punto A es el centro del círculo DEF, es AE igual a AD. Pero C es igual a AD. Por lo tanto, cada una de las líneas rectas AE, C es igual a AD, de manera que AE es también igual a C, por la noción común 1, que dice que cosas iguales a una misma cosa son iguales entre sí. Por lo tanto, dadas las líneas rectas AB y C, de la mayor AB se ha restado AE igual a C, la menor. Como había que hacer. (Demostración tomada de Elementos, en Campos 2006: 521-522).

Resulta entonces evidente la relación entre el modo de proceder de Euclides en esta demostración y la descripción que de la geometría hace Platón. Profundicemos un poco en su postura. En el libro VI de República, Platón señala que las figuras con las que trabajan los geómetras son visibles, pero éstos piensan no en ellas (como visibles) sino como las figuras en sí, por ejemplo, el Cuadrado en sí, y no el que dibujan, pues el primero sería perfecto y el segundo no. Pero, de estas cosas que dibujan “se sirven como imágenes, buscando divisar aquellas cosas en sí que no podrían divisar de otro modo que con el pensamiento” (Rep 510d-511a), y así “el alma se ve forzada a servirse de supuestos en su búsqueda, sin avanzar hacia un principio, por no poder remontarse más allá de los supuestos” (Rep 511a). Una posible (aunque dudosa) interpretación de la crítica de Platón sería como sigue. Al verse el geómetra en la necesidad de resolver un problema que involucra magnitudes, ángulos, líneas, puntos, etcétera, debe recurrir a figuras; aunque estas figuras son sólo una representación imperfecta de la figura ideal. Pero, como en todo caso estas figuras son copias de imágenes, cualquier información que de ellas se extraiga estará limitada por las limitaciones inherentes a las cosas del mundo del devenir. Así, mientras el geómetra trabaje con figuras que sean imitaciones de imágenes, su disciplina nunca podrá llegar a principios. Esto se debe a que en los procedimientos geométricos, los supuestos son tomados como principios, y por lo tanto, no puede llegar a principios sino a conclusiones, tal y como parece suceder en los teoremas expuestos por Euclides en Elementos.

Para hacer, entonces, de la geometría una ciencia que parta de supuestos (y no de principios) y se dirija a principios y no a conclusiones, habría que aprehender las figuras exclusivamente con el pensamiento, y nunca acudiendo a imágenes o figuras de imágenes. Pero esto podría resultar problemático, pues sería necesario que todas las figuras geométricas y otros conceptos como punto, ángulo, y otros, estuviesen inscritos en la mente del hombre desde antes de su nacimiento. Probablemente este problema quedaría solucionado con la teoría de la reminiscencia de Platón. Así, si el geómetra logra trabajar con conceptos cuyo origen nunca se encuentre en la experiencia, entonces podría decirse que en realidad sí conoce términos como el punto, la línea o el ángulo. Y desde allí podría comenzar a construir su teoría, ya que los axiomas (a pesar de no necesitar demostración) sí requieren, como se vio, que sus términos estén claramente definidos. Así, ya la geometría no estaría ubicada entre la mera opinión y la inteligencia, bajo el apelativo de “pensamiento discursivo”, sino que se podría decir de él, en palabra de Platón, que “hace de los supuestos no principios sino realmente supuestos, que son como peldaños y trampolines hasta el principio del todo, que es no supuesto, y, tras aferrarse a él , ateniéndose a las cosas que de él dependen, desciende hasta una conclusión, sin servirse para nada de lo sensible, sino de Ideas, a través de Ideas y en dirección a Ideas, hasta concluir en Ideas” (Rep 511b-c).

Parece quedar clara la diferencia de concepciones que de la geometría tenían Platón y Euclides. Sin embargo todavía quedan muchos puntos sin aclarar al respecto. ¿qué entiende Platón por principio? ¿qué entiende Platón por conclusión ¿es posible en la realidad concebir una geometría que no dependa en ningún modo de la experiencia? ¿son válidas desde el punto de vista platónico las conclusiones a las que llega la geometría? ¿Cómo puede el hombre separarse totalmente de la experiencia en el momento de aprehender conceptos geométricos que se le presentan a los sentidos todo el tiempo? Estas y muchas otras, serían preguntas que podrían enriquecer la discusión.

BIBLIOGRAFÍA

PLATÓN
[Rep] (1992). República. Trad. Conrado Eggers Lan. Madrid. Gredos.

CAMPOS, Alberto.
(2006). Introducción a la historia y a la filosofía de la matemática. Vol 1. Bogotá. Universidad Nacional de Colombia.

3 comentarios:

Juan Camilo dijo...

¡Me alegra que haya aceptado mi sugerencia! Y me gustó su reporte. Veamos algunas cosas. Cito su texto: “Para hacer, entonces, de la geometría una ciencia que parta de supuestos (y no de principios) y se dirija a principios y no a conclusiones, habría que aprehender las figuras exclusivamente con el pensamiento, y nunca acudiendo a imágenes o figuras de imágenes. Pero esto podría resultar problemático, pues sería necesario que todas las figuras geométricas y otros conceptos como punto, ángulo, y otros, estuviesen inscritos en la mente del hombre desde antes de su nacimiento. Probablemente este problema quedaría solucionado con la teoría de la reminiscencia de Platón. Así, si el geómetra logra trabajar con conceptos cuyo origen nunca se encuentre en la experiencia, entonces podría decirse que en realidad sí conoce términos como el punto, la línea o el ángulo.” Al parecer lo que critica Platón de la geometría es precisamente que es inherente a ella la imagen, es decir, que no se puede hacer geometría sin imagen. De hecho, las representaciones mentales de las figuras también son para Platón un modo de recurrir a imágenes y, por lo tanto, una falencia de la geometría (además está el problema de la limitación de la representación mental que plantea Descartes. Ud puede imaginarse un cuadrado y hasta un hexágono, pero es imposible imaginarse un miliágono), pero no porque abstraiga la experiencia sino porque el tener que recurrir a imágenes es menos… digamos “puro” que acceder al conocimiento sólo a través de la razón, aunque pudiendo partir de la experiencia (y como no se puede acceder al conocimiento discursivo sino a través de imágenes, entonces la dialéctica, a la que se llega mediante la razón, sería por ello superior al pensamiento discursivo) .

Aclaro. La visión llamémosla de “bachillerato” de Platón trivializa al griego interpretando su visión dualista del mundo (sobre la que se duda también, defendiendo un monismo platónico, por ejemplo, a través de interpretaciones del Timeo) como un mero racionalismo radical: “Dude de todo lo que viene de la experiencia y aférrese a lo que le dicta la razón” y en Platón “Lo sensible apesta, hay que llegar a la Idea”. Sin embargo, estudios más interesantes de Platón sostienen, de manera efectiva a mi parecer, que Platón no descarta la experiencia como parte del conocimiento y que de hecho la vincula a éste como parte necesaria. Lo que critica Platón no es, pues, que la geometría abstraiga la experiencia y que como la experiencia nos arroja sólo mentiras, entonces la geometría es un mal intento de abstraer mentiras y el geómetra debe partir de “conceptos cuyo origen nunca se encuentre en la experiencia”. Platón sostiene que como en el pensamiento discursivo el objeto de conocimiento se restringe a la estructura racional de los números y las figuras, y no va más allá al preguntarse de dónde parte esa estructura, cosa que sí hace la dialéctica; entonces el pensamiento discursivo es inferior a ella porque no da cuenta de problemas ulteriores que la dialéctica sí recoge. Si le suena muy loco el asunto o le parece oscuro cuénteme y me hago explicar mejor. Si está interesado en investigar más a fondo este tema estoy a su disposición para ayudarlo con lo que pueda.

Todavía puede mejorar la redacción y su ortografía es buena, pero tenga en cuenta la tilde diacrítica en -sólo-.

aldemar dijo...

1. Al comienzo de su texto, cita ud. un número considerable de definiciones, pero no las analiza. Habría sido interesante (y las citas habrían estado más justificadas) si, por ejemplo, hubiera explicado por qué le parece que definiciones como la 4 tienen más complejidad. (Yo sé que al leerlas uno se da cuenta de que la 4 es más enredada, pero, deteniéndose a mirarla, ¿en qué radica esa dificultad? Y ¿por qué no la tienen las anteriores?)

2. Dice ud. que para evitar pasar por las figuras sensibles el geómetra tendría que tener un conocimiento innato de los objetos geométricos. Pero ¿no podría haber, en la vida y no antes, una captación meramente intelectual (no sensible) de los objetos geométricos?

3. Me parece que la crítica de Platón que ud. tematiza aquí puede tener dos aspectos: Uno es el discutido por ud. y Juan Camilo, sobre la necesidad de recurrir a imágenes en la geometría. Sobre este aspecto quisiera añadir un par de inquietudes: ¿Son necesarias las imágenes en geometría? En particular en cada teorema, ¿cuál es el rol que juegan los diagramas? ¿Para qué los ponen los geómetras, si es claro que no abarcan todos los casos y que son apenas una copia imperfecta de lo expresado en el discurso? Este asunto se vuelve más interesante aun cuando se añade el siguiente dato: En el código de Arquímedes, que es el texto más antiguo (y por ende más reputado) que nos queda, los diagramas parecen haber sido dibujados incorrectamente a propósito: algunas líneas que, según el texto, son rectas, aparecen curvas; y algunas líneas que deberían ser paralelas no aparecen dibujadas como paralelas. Según R. Netz, el teso actual en Arquímedes, la imperfección de los diagramas ¡expresa la intención de Arquímedes mismo! Él --y aparentemente otros geómetras griegos también-- tenía interés en que los diagramas no fueran la copia más fiel posible de lo demostrado abstractamente con palabras. ¿Por qué? Si quiere(n) más información al respecto, se la paso. Ese tema es buenísimo, y tiene mucho que ver con las ideas platónicas de imagen, imitación &c.

4. El otro problema que (según me parece) señala Platón en el texto que ud. trabaja tiene que ver con el método mismo de deducción. Porque -como ud. lo señala en su reporte- todo sistema deductivo tiene que partir de principios que él mismo simplemente supone; marcha desde los principios hasta las conclusiones, y no puede marchar hasta los principios de ninguna manera. Puesto que el sistema euclidiano (y en general el procedimiento geométrico griego) es deductivo, el problema se aplica rotundamente a él: la deducción tiene que suponer sus principios, y no puede llegar hasta ellos para justificarlos.

(Esta crítica puede relacionarse con lo que señala Juan David Ardila en la segunda parte de su reporte, sobre la ambigüedad que los principios deductivos parecen tener por ser indemostrables. Lo invito a que le eche un ojo y ponga un comentario.)

El segundo problema que señala Platón, entonces, sería: Toda la solidez y la fuerza de un sistema deductivo dependen de la solidez y la fuerza de sus principios, pero la deducción no tiene manera de mostrar que ellos son verdaderos o adecuados... Entonces ¿cómo considerar a un sistema así conocimiento estrictamente, si parte de supuestos infundamentados?

La dialéctica, que menciona Juan Camilo, entraría entonces como método para avanzar hacia los principios. Lo mismo sucede en el caso de Aristóteles (cf. mi comentario al reporte de Juan Camilo).

¿Qué de todo esto le llama la atención?

Miguel G. dijo...

En general estoy de acuerdo con los comentarios de Juan Camilo y Juan Pablo. Pero yo le quisiera decir que me parece que enfocó mal su escrito, porque considera que la crítica de Platón a la geometría es una suerte de intento de mejorarla. Usted mismo se pregunta: ¿cómo hacer que la geometría vaya hacia los principios y no hacia las conclusiones? Sin embargo, creo (aunque en principio puede ser discutible) que la intención de esas "críticas" de Platón no es la de modificar la geometría para mejorarla. Por el contrario, simplemente pretender mostrar que la geometría no es el conocimiento último y más elevado posible. Todavía hay algo por encima de ella. En ese sentido, la geometría no tiene nada de malo: en tanto geometría, así como está está muy bien. No se trata de "superarla". Pero sí se trata de ver más allá de ella y de darse cuenta de que hay algo más.