lunes, 19 de noviembre de 2007

Sobre la esclavitud natural

Uno de los temas tratados por Aristóteles que en la actualidad podrían suscitar apasionados debates (tanto entre filósofos, como entre no-filósofos) es la esclavitud. La reacción que en la actualidad cualquier persona tiene frente a este tema es altamente predecible. Nadie (al menos, en público) se proclamaría partidario de la esclavitud, o la consideraría justa, o natural, o beneficiosa para la persona a quien se pretendería esclavizar. Sin embargo, no resulta tan claro que todas las personas fundamenten su posición en argumentos sólidos, y no en clichés o lugares comunes. Se reconoce, pues, que este es un tema que hay que tratar con cuidado, dada su complejidad. Una de las posibles perspectivas desde las cuales se podría abordar este tema es la biología. Aristóteles elige este camino para enfrentarse a problemas muy difíciles, como aquellos referentes a la felicidad, el modo de vida preferible, la virtud, etcétera. Se pretende en esta segunda entrega del proyecto de investigación plantear el problema con mayor precisión, evidenciar las dificultades a las que se enfrenta su desarrollo, y proponer una posible (aunque de ningún modo definitiva) solución. Teniendo en cuenta que este no pretende ser un trabajo concluyente (como probablemente tampoco lo será la última entrega), se dejarán abiertos algunos interrogantes que puedan enriquecer la discusión y que encauzarán el proyecto investigativo.

Así, la pregunta a la que se pretende dar respuesta, o al menos hacer una aproximación es la siguiente: ¿qué tan fuertes son las razones o argumentos que llevan a Aristóteles a defender la relación amo-esclavo como natural? O, en otras palabras ¿apoya la evidencia biológica recolectada por el mismo Aristóteles su tesis de la esclavitud natural? Para responder a esta pregunta se seguirán los siguientes pasos: se hará una breve exposición del concepto de esclavo en Política, posteriormente se esbozarán los argumentos que Aristóteles da a favor del carácter natural de la relación amo-esclavo. Para entender mejor a qué se refiere Aristóteles cuando habla de natural se recurrirá a la Física para explicar el término. Y, por último se analizarán algunos pasajes de Historia Animalium, ya que allí Aristóteles describe, entre otras cosas, las formas de vida y la manera en que se relacionan muchos animales. Esto se hará con el objetivo de buscar en estas formas de vida argumentos para defender o atacar la tesis aristotélica mencionada.

En el libro primero de la Política Aristóteles comienza hablando de la ciudad como la comunidad perfecta, y, para describirla en su totalidad, habla de las comunidades de las que se compone. La primera comunidad es la casa, en la que se dan principalmente tres relaciones naturales: hombre-mujer, padre-hijo y amo-esclavo (cf. Pol 1253b 6). El esclavo es descrito por Aristóteles como un instrumento perteneciente a la casa, un instrumento animado (cf. Pol 1253b 28), anterior a los demás instrumentos, ya que sin aquel, éstos no servirían para nada. El amo es, entonces amo del esclavo, y el esclavo lo es del amo y le pertenece. Algunas de las características propias del esclavo por naturaleza serían las siguientes: 1-“el hombre que por naturaleza no pertenece a sí mismo sino a otro” (Pol 1254a 15); 2-“quienes difieren entre sí tanto cuanto el alma difiere del cuerpo y el hombre del animal (y tal es la condición de aquellos cuya función es el uso del cuerpo y esto es lo mejor que pueden dar de sí)” (Pol 1254b 16) y, 3-“el que puede pertenecer a otro (y por eso mismo pertenece efectivamente a otro) y tiene relación con la razón en grado tal que la percibe pero no la posee” (Pol 1254b 21). La tercera característica tal vez no hay quedado muy clara, lo que probablemente significa que el esclavo participa de la razón pero no la posee es que el esclavo puede entender un razonamiento, pero no puede por sí mismo producirlo. Queda claro, entonces, que el esclavo que lo es por naturaleza es un hombre apto para labores manuales o físicas, pero muy poco capacitado para labores intelectuales. Sin embargo, no por esto deja de ser un hombre, ya que aun es capaz de entender un razonamiento. Cabe aclarar aquí que Aristóteles está hablando sobre los esclavos por naturaleza, ya que él mismo acepta que hay algunos hombres que son esclavos por accidente, “pues es necesario que admitan que algunos son esclavos en todas partes, y otros en ninguna” (Pol 1255a 31).

Pasemos ahora a los argumentos de Aristóteles para afirmar que hay hombres que por naturaleza pertenecen a otros. La premisa (que se pondrá en cuestión en este trabajo) de la que parte el filósofo en su argumentación es la siguiente: en la naturaleza todo aquello que está compuesto de partes evidencia una relación gobernante-gobernado, y entre estas cosas se encuentran los seres vivos, en tanto parte de la naturaleza en su conjunto (Pol 1254a 32). Así, ejemplos de la relación gobernante-gobernado se encuentran en la naturaleza con facilidad. Un animal, por ejemplo, está constituido de alma y cuerpo, y es natural que uno de ellos gobierne y el otro sea gobernado; asimismo el hombre gobierna sobre los demás animales y el macho gobierna sobre la hembra (cf. Pol 1254a 35ss). Así, el argumento de Aristóteles parece ser una implicación: si es cierto que todo en la naturaleza actúa de la manera descrita, esto es, mediante relaciones gobernante-gobernado, entonces entre los hombres debe darse también esa relación. Pero con este argumento no quedan explicadas las características del gobernado. Éste puede completarse así. Pero, si es cierto que algunos hombres deben ser por naturaleza esclavos, y otros, libres, entonces la naturaleza debió haberlos hecho de tal modo que cada cual resultara lo más apto posible para su tarea: “los [cuerpos] de éstos [los esclavos], fuertes para las tareas necesarias; los de aquéllos [los libres], erguidos e inservibles para esas ocupaciones, pero útiles para la vida política” (Pol 1254b 29). Así pues, parece ser que si Aristóteles logra demostrar, o al menos mostrar, que en la naturaleza se dan las relaciones por él expuestas, su argumento será fuerte. Aunque este punto todavía amerita un análisis cuidadoso.

Pero aun falta una pieza clave para entender lo que Aristóteles probablemente quiso decir cuando hablaba de naturalmente, o por naturaleza, refiriéndose tanto a la condición de esclavitud, de la que dice que es natural en algunos hombres, como cuando afirma que se debe estudiar lo que es natural en aquello seres que no son corrompidos (cf. Pol 1254a 36). Al principio del libro II de la Física el filósofo explica cuáles son las cosas naturales: aquellas que “tienen en sí mismas un principio de movimiento y de reposo” (Phys). A propósito del término por naturaleza Aristóteles dice: “The term 'according to nature' is applied to all these things [mencionadas en la definición anterior] and also to the attributes which belong to them in virtue of what they are, for instance the property of fire to be carried upwards-which is not a 'nature' nor 'has a nature' but is 'by nature' or 'according to nature'” (Phys). De donde se sigue que, cuando Aristóteles afirma que algunos hombres son esclavos por naturaleza se refiere a que es propio de ellos ser esclavos, les pertenecen atributos de esclavo en virtud de lo que ellos son. Pero aun no se ha hablado del carácter natural de la relación gobernante-gobernado. ¿qué significa que la relación gobernante-gobernado sea natural? Aristóteles expone muchos sentidos del concepto natural, sin embargo no es el objetivo de este texto detenerse en cada uno de ellos. La definición bajo la cual se interpretará la frase mencionada es, en términos generales, aquella según la cual natural es aquello que sucede siempre o la mayoría de las veces, “But when an event takes place always or for the most part, it is not incidental or by chance. In natural products the sequence is invariable, if there is no impediment” (Phys). De esta manera, que la relación gobernante-gobernado sea natural significa que se da siempre o la mayoría de las veces. Así, la investigación comienza a tener un objetivo más claro: revisar los estudios biológicos de Aristóteles y constatar (o desmentir) el hecho de que en la naturaleza, concretamente en los animales, se da siempre o la mayoría de las veces una relación como la descrita en páginas anteriores.

Los estudios en biología y zoología realizados por Aristóteles resultan impresionantes, tanto por la cantidad de animales que incluyó en ellos, como por la minuciosidad con que los trató. Tanto así que en muchos casos llegó cubrir muchos aspectos de los animales que estudiaba: su fisionomía, anatomía, alimentación, modos de reproducción, enfermedades y tratamientos, comportamientos con otras especies y con otros de su especie, etcétera. Precisamente es éste último el tema que en este caso nos concierne. ¿cómo se relacionan los animales con los de su especie? ¿cómo se relacionan con otras especies? Son algunas de las preguntas que pueden guiarnos hacia la respuesta de la pregunta planteada inicialmente. Sería muy dispendioso analizar todas o siquiera una parte considerable de los animales estudiados por Aristóteles. Por esta razón en este texto sólo se tratarán algunos de ellos.

En Historia Animalium Aristóteles registra información acerca de una grandísima cantidad de especies. En este caso analizaremos las siguientes: las ovejas, las grullas, las hormigas, las abejas, las avispas y los peces en general. Acerca de las ovejas, Aristóteles dice que son los cuadrúpedos más estúpidos, que a veces se alejan de su rebaño sin ningún motivo, que cuando hay una tormenta se sale del refugio y no se mueve a menos que el pastor la llame, corriendo así el peligro de morir. También comenta el autor que el pastor entrena a la oveja para que entre al albergue al sonido de un aplauso, así cuando en una tormenta oiga un golpe fuerte, se entre y no muera afuera (cf. HA 610b 20 ss). Queda evidenciada la “estupidez” de la oveja, pero más que eso, queda clara la dependencia de la oveja al pastor, ya que sin su guía moriría debido a su falta de “inteligencia”. La relación del pastor y de la oveja podría pensarse así: el pastor cuida y alimenta a la oveja, y en retribución la oveja le da lana y, en algunos casos, lo alimenta también. A propósito de las grullas Aristóteles dice que son muy inteligentes: vuelan muy alto para observar el clima, si ven muchas nubes, entonces bajan y se quedan allí. Cuando vuelan, son guiadas por un líder, y cuando aterrizan y duermen su líder se mantiene despierto atento a cualquier amenaza, para avisar a los demás (cf HA 614b 20 ss). Este es otro ejemplo que favorece la tesis de Aristóteles, pues resulta muy claro que entre las grullas también se dan los gobernados y los gobernantes, en este caso Aristóteles llama guía al gobernante.

A las abejas Aristóteles les dedica muchas líneas. En ellas habla sobre los diferentes tipos de abejas y las jerarquías que entre ellas se dan. Habla sobre los reyes (que en la actualidad son las reinas) y su importancia para una colmena. Dice que, en términos generales, que los reyes nunca dejan una colmena. Si lo hacen por alguna razón (p.ej. en busca de comida) lo hacen junto con todo el enjambre. Si los reyes no pueden volar, entonces el enjambre los carga. Cuando un enjambre joven se pierde, se orientan de vuelta por el aroma de su líder. Cuando el rey de un enjambre muere, el enjambre también muere. Si un enjambre sobrevive a la muerte de su rey, cuando construya la colmena no producirán miel y morirán. Asimismo, cuando los reyes resultan de una categoría inferior o son defectuosos o inútiles, las abejas trabajadoras los matan, al igual que matan a los zánganos y a las abejas ladronas. Cuando las abejas trabajadoras logran matar a alguno de sus reyes ineficientes, la colmena se vuelve muy productiva, si fallan, la colmena deja de funcionar y mueren antes de otoño (cf. HA 624a 20 –b 30). En el caso de las abejas no podría hacerse más indiscutible la dependencia entre las abejas reyes y las demás abejas. Especialmente la relación es clara entre las abejas trabajadoras y las abejas reyes. Las abejas reyes dependen de las abejas trabajadoras porque aquellas se mantienen en el panal y casi nunca salen, así que las abejas jóvenes salen a conseguir el alimento y la cera con la que construyen el panal. Estas abejas alimentan a toda la comunidad, y, entre ella, a los reyes. Los reyes, por su parte aseguran la reproducción y la producción de miel, ya que, como se dijo, sin rey, un panal no produce miel. Es una relación clara de interdependencia, a pesar de que también sea claro quien está por encima de quién en la jerarquía.

En el caso de las avispas sucede algo muy similar a lo visto con las abejas. La dinámica en general es así: las avispas se dividen en avispas-madre y en avispas-trabajadoras. La avispa madre encuentra un refugio en verano, cuando ya las avispas trabajadoras han muerto en el solsticio de invierno, y allí produce larvas de avispas trabajadoras. Durante el primer año la avispa madre cuida de las avispas trabajadoras. Cuando éstas crecen, aumentan el tamaño del refugio (colmena), construyen otras colmenas y la avispa madre deja de producir avispas trabajadoras y produce sólo avispas madre. Entonces, la avispa madre ya no hace nada, sólo espera a que las avispas trabajadoras la alimenten (cf. HA 627b 25ss). En este caso no parece hacer falta ninguna aclaración, en las avispas también se presenta la relación gobernante-gobernado. Dependiendo mutuamente uno del otro. Y en los peces sucede algo muy parecido, ya que la mayoría de peces se congregan en cardúmenes o bancos (shoals), y todos los bancos tienen líderes (cf HA 598a 28).

Hasta ahora parecería que las observaciones hechas por Aristóteles en HA avalan su teoría de la esclavitud natural. Sin embargo, todavía falta un caso importante: las hormigas. Aristóteles afirma que entre los animales más industriosos está la hormiga; además es posible observar cómo marchan una tras otra, cómo recolectan y almacenan comida, y hacen esto incluso en las noches (cf. HA 622b 20). Sin embargo, y este es un punto muy importante, el filósofo también señala que las hormigas, así como muchas más criaturas, no dependen de nadie que las guíe ni que las gobierne: “Again, of these social creatures some submit to a ruler, others are subject to no governance: as, for instance, the crane and the several sorts of bee submit to a ruler, whereas ants and numerous other creatures are every one his own master” (HA 488a 10). Este es, sin duda, un punto frágil en la teoría de Aristóteles. Pues no es el problema sólo de las hormigas, ya que, como se explicó más arriba, en el concepto natural pueden aceptarse algunas excepciones, ya que lo natural sucede siempre o la mayoría de las veces. Pero si se admite que no son sólo las hormigas, sino que hay muchas otras criaturas en las que no se manifiesta la relación gobernante-gobernado, entonces puede haber problemas con la tesis según la cual esa relación es natural.

Así, teniendo en cuenta todo lo anterior es posible plantear algunas hipótesis con respecto al actual problema. Siendo que la fortaleza de la tesis que defiende el carácter natural de la relación amo-esclavo depende de que tal relación en efecto se dé siempre o en la mayoría de los casos, la demostración de tal tesis debe estar centrada en las observaciones biológicas. Tales observaciones nos dan cientos de ejemplos en los que la relación en cuestión se da efectivamente. Pero, por otro lado, también nos dice que hay muchos otros casos en los que no se da. Surge entonces la pregunta ¿qué cantidad se necesita para considerar la frecuencia de un evento como mayoría, especialmente si no se tiene un número de casos totales? ¿A cuál de las afirmaciones de Aristóteles debemos conceder más peso: a la que habla de la cantidad de casos en que la relación no se da, o a todos los estudios específicos en que muestra que tal relación sí se da?

Parece que no será fácil encontrar respuestas a las anteriores preguntas, pero podría pensarse en otros caminos. ¿podría haber otra definición del concepto natural que no derive en tantos problemas y que sea confiable para interpretar las afirmaciones de Aristóteles? Parece ser que el problema aquí planteado no se puede resolver si no se resuelven estas preguntas. Habría entonces tres caminos: responder de algún modo las preguntas planteadas en los párrafos anteriores, replantear la formulación del problema, o lanzarse arbitrariamente a la defensa de alguna de las dos posibilidades: no aceptar la evidencia biológica, o aceptarla.

BIBLIOGRAFÍA

ARISTÓTELES

[HA] (1956) Historia Animalium. (trad. D. Wentworth Thompson). Oxford. Oxford University Press.

[Pol] Política. (trad. M. I. Santa Cruz, M. I. Crespo). Editorial Losada.

[Phys] Physics. (trad. R. P. Hardie, R. K . Gaye).

jueves, 15 de noviembre de 2007

Argumentos a favor del principio de no contradicción en la Metafísica

El objetivo del presente escrito es reconstruir algunos de los argumentos que utiliza Aristóteles en el libro gamma de la Metafísica para demostrar la validez o verdad del principio de no contradicción. Y, a partir de esta reconstrucción, valorar los argumentos citados. Por esta razón, sólo se dará un breve repaso por el inicio del libro mencionado, antes de entrar propiamente en la argumentación que nos concierne. Comienza Aristóteles argumentando a favor de que sólo una ciencia debe estudiar al ente en cuanto tal y expone concretamente qué debe estudiar tal ciencia; y termina su introducción afirmando que tal ciencia debe estar en capacidad de enunciar los más firmes principios de todas las cosas. De esta manera, Aristóteles introduce el concepto principio y enuncia las características de un conocimiento que puede ser considerado con propiedad principio: 1-es el más firme de todos, 2-es imposible engañarse acerca de él, 3-es el mejor conocido, 4-no es hipotético, y 5-es previo a cualquier conocimiento. Así, el principio (P) que Aristóteles se propone defender como tal es: “Es imposible que un mismo atributo se dé y no se dé simultáneamente en el mismo sujeto y en un mismo sentido” (Met 1005b 20) o, dicho de otro modo, “es imposible ser y no ser simultáneamente” (Met 1006a 4). Algunos de los argumentos expuestos por Aristóteles para defender la afirmación citada son reconstruidos a continuación. Al respecto es necesario hacer algunas precisiones. Los argumentos están divididos en dos clases: los principales, cuyo subíndice constará de un solo dígito; y los secundarios, cuyo subíndice consistirá en dos o más caracteres, siendo el primero el argumento al que apoyan y el segundo, el orden en que está dispuesto con respecto a los demás de su clase. Los argumentos estarán en letra Arial y los comentarios y valoraciones en letra Times New Roman.

Argumento1: Este es el más firme de todos los principios, pues en él confluyen todas las características mencionadas.

A11: Es imposible que alguien crea que una misma cosa es y no es.

A111: Si alguien creyese que una misma cosa es y no es, tendría simultáneamente opiniones contrarias.

A12: No es una hipótesis sino algo que necesariamente conoce quien quiera conocer cualquier cosa.

A121:“Por eso todas las demostraciones se remontan a esta última creencia; pues éste es, por naturaleza, principio también de todos los demás axiomas” (Met 1005b 33).

A13: Es el mejor conocido, ya que el error se da sobre cosas que no se conocen.

Con el argumento A1 Aristóteles intenta mostrar que el principio P enunciado cumple con las características que él había expuesto previamente. Estas características pueden verse como los requisitos que debería cumplir P para constituirse realmente como principio. Así, A11 y A111 apuntan a mostrar que P cumple con las características 1 y 2; y lo hacen satisfactoriamente, pues quien niegue A111 cae en el absurdo, dado que a la vez que lo niega está aceptándolo, ya que sería posible tener simultáneamente opiniones contrarias respecto a la misma cosa y en el mismo sentido. Los argumentos A12 y A121 parecen tener como objetivo mostrar que P cumple con las características 4 y 5, y, en efecto, lo logran, pues es por todos conocido que los axiomas son, por definición, aquellos conocimientos básicos sobre los que se construyen las teorías y los demás conocimientos. Siendo así, los axiomas deben ser previos a cualquier conocimiento y no deben ser hipotéticos, pues de ellos no se debe pedir demostración para considerarlos verdaderos. Sin embargo, deberá mostrar en lo que sigue del texto que realmente todo conocimiento parte de P. Continuando con el análisis, es evidente que A13 pretende mostrar que a P le pertenece la tercera característica, sin embargo, podría verse aquí una petición de principio, pues todos los argumentos que da Aristóteles en gamma apuntan, directa o indirectamente, a mostrar la validez del principio P, y en A13 el filósofo presupone la validez de P para mostrar que es el mejor conocido “pues el error se produce siempre en las cosas que no se conocen” (Met 1005b 14). En otras palabras, Aristóteles parece estar razonando así: el principio P es verdadero, entre otras razones, porque es el mejor conocido, y es el mejor conocido porque es verdadero. De esta manera, se puede decir que A1 es fuerte, pero no del todo, pues no parece válido el argumento a favor de que es el mejor conocido.

A2: Algunos, por ignorancia, exigen demostración de P ignoran que hay algunas cosas sobre las que se debe buscar demostración, y otras sobre las que tal búsqueda es inútil, pues si de todas las cosas hubiese demostración se procedería al infinito, haciendo así imposible toda demostración. Y si esto es así, no hay ningún principio que necesite menos demostración que P.

Este argumento está muy ligado al argumento A121. Aquí Aristóteles argumenta en contra de aquellos que pretenden que haya demostración de absolutamente todo. Este argumento resulta muy convincente, pues recurre al sentido común para mostrar que si se exigiese demostración de la base de la demostración, a su vez esta demostración requeriría una base que debería también ser demostrada, y así sucesivamente sin fin, de tal manera que la demostración sería imposible. Habiendo mostrado esto, Aristóteles atribuye la característica de indemostrable a P, para que así éste pueda constituirse como principio, y para ello el autor recurre a una pregunta retórica, “¿acaso pueden decirnos qué principio la necesita [la demostración] menos que éste?” (Met 1006a 10). Así, precisamente por no ser una demostración rigurosa, no podría ser éste un argumento del todo fuerte. Pues demuestra, en efecto, que no todo se puede demostrar, pero cabría la pregunta ¿cómo saber que P pertenece al grupo de conocimientos que no se pueden demostrar? Aristóteles probablemente respondería a esto diciendo que en A1 ya demostró que P cumple con las características de un principio.

A3: Es posible demostrar al opositor la verdad de P, aunque ésta no sería propiamente una demostración sino una refutación. Para ello sólo se necesita que el adversario diga algo (si no dice nada, la discusión carece totalmente de sentido). Así, el adversario deberá reconocer, no que algo es así o no así, sino que aquello que dice, en efecto significa algo para él mismo y para el otro, ya que si no cumple esta condición no podrá razonar ni con él mismo ni con los demás. De esta manera, cuando lo conceda, habrá algo definido a partir de lo cual es posible la refutación. El opositor resulta refutado, ya que, habiendo algo de lo cual no pueda decirse que es así y no así, queda refutada la afirmación según la cual todo es así y no así. Y, por otro lado, el opositor estará concediendo que hay algo verdadero sin demostración, invalidando así también su exigencia de demostración de todas las cosas (argumento A2).

Con el argumento A3 Aristóteles parece querer mostrar cómo se ve refutado cualquiera que, en una discusión, se oponga a P. Y resulta claro que una afirmación como todo es así y no así es insostenible en una discusión, pues se ve refutada por ella misma. Sin embargo, queda la sensación en el lector de que la afirmación que debería haber quedado refutada no es todo es así y no así, sino algunas cosas son así y no así. Esto se sigue de que P no afirma la imposibilidad de que todo sea así y no así, sino la de que exista al menos una cosa que sea así y no así. De esta manera, si el opositor fuera más moderado y afirmara que hay al menos una cosa de la que puede predicarse simultáneamente el ser y el no ser, no se ve en este argumento cómo sería refutado.

A4: No es posible para el hombre pensar o actuar si cree lo contrario de P; así, siendo que el hombre en efecto actúa y piensa, (pues si no lo hiciera en nada se diferenciaría de una planta) debe hacer ambas cosas conforme a P.

A41: Si para alguien resultara cierto que algo es y no es a la vez, entonces esto mismo que afirma resultaría cierto y falso al mismo tiempo. Y así, “si todos igualmente yerran y dicen verdad, para quien tal sostenga no será posible ni producir un sonido ni decir nada, pues simultáneamente dice estas cosas y no las dice” (Met 1008b 8).

A42: Pero a la persona que realmente creyera que es posible ser y no ser simultáneamente no sólo le sería imposible expresarse sino que, en general, sería una persona incapaz totalmente de acción. Esto se debe a que la acción (como acto voluntario y premeditado) está siempre precedida de un juicio acerca de lo mejor y lo peor. Pero tal juicio sería imposible para alguien que concibiera como iguales lo mejor y lo peor, o que pensara que tal cosa es a la vez buena y no-buena. En este sentido Aristóteles pregunta a sus opositores algo como ¿y por qué no, al estar en peligro de caer a un pozo, siguen caminando indiferentes en vez de evitarlo, si realmente consideran igualmente bueno caer que no caer? Resulta evidente que todos los hombres consideran algunas cosas buenas y otras malas y actúan buscando las primeras y evitando las últimas.

El argumento A4 está claramente dirigido a mostrar que aquellos que rechazan P (entre ellos Protágoras y Demócrito) no actúan consecuentemente en la vida diaria, ya que, muestra Aristóteles, les sería imposible actuar si así pensaran. Y aun más, les sería imposible pensar si no partieran en su razonamiento de P. así, los sub-argumentos que lo soportan son muy persuasivos, ya que es fácil ver en la cotidianidad la manera en que todos piensan y actúan. Este actuar y pensar ya invalida la posición de los opositores, pues parecería que ninguno está en capacidad de responder a una pregunta como “¿por qué, en efecto, camina hacia Mégara y no está quieto, cuando cree que es preciso caminar?” (Met 1008b 14). La fuerza del argumento parece residir en la regla (o patrón común de comportamiento) según la cual todo comportamiento racional está dirigido a buscar las cosas que juzga buenas y a evitar aquellas que considera malas, y el hecho de que los hombres se comportan así es difícilmente controvertible.

Resulta claro, entonces, con los argumentos expuestos, que el tema es mucho más profundo de lo que a veces parece; que hay muchos puntos desde los cuales es posible abordarlo; que se requiere de argumentos muy fuertes y bien construidos para sustentar una tesis que aparentemente es tan intuitiva, pero que en la antigua Grecia contaba con opositores reputados; que no es tan fácil evitar la retórica en algunas argumentaciones. En todo caso, es evidente que el tema tratado por Aristóteles en el libro aquí analizado es sumamente interesante, y las conclusiones que al respecto puedan surgir tienen implicaciones en áreas como la lógica, la lingüística, la ontología, etcétera.

BIBLIOGRAFÍA

ARISTÓTELES

[Met.] (1987) Metafísica. (Trad. V. García Yebra). Madrid. Editorial Gredos.